Contenidos de la página
- 1 ¿Cómo reparar o reformar una chimenea de obra para que no haga humo?
- 1.1 ¿Cómo reformar una chimenea para que no haga humo?
- 1.1.1 Conducto en forma de colador inverso
- 1.1.2 Reformando la salida del humo y protegiéndola del exterior
- 1.1.3 Instalando una puerta de vidrio templado
- 1.1.4 Empleando materiales que soporten altas temperaturas
- 1.1.5 Ensanchando el espacio de la chimenea para quemar leña
- 1.1.6 ¿Tienes en mente una reforma?
- 1.1 ¿Cómo reformar una chimenea para que no haga humo?
¿Te estás planteando una reforma integral de tu vivienda y quieres darle un cambio o reparar tu antigua chimenea? En estos casos, es importante tener en cuenta todas las opciones posibles para conseguir los mejores resultados. Para lo cual, es necesario valorar distintas alternativas para poder elegir la que más nos convenga en base a nuestras necesidades, preferencias, presupuesto y al estado en el que se encuentre la chimenea.
En este sentido, es muy importante tener claro cuál es el objetivo que pretendemos lograr. Puede ser rehabilitar una chimenea antigua, aumentar el calor, hacerla más eficiente, darle un lavado de cara o mejorar su seguridad, por ejemplo. Incluso puede que quieras conseguir varios objetivos.
¿Cómo reformar una chimenea para que no haga humo?
Aprovechar la reforma de una vivienda para mejorar la chimenea es una gran opción tanto por cuestiones de funcionalidad y eficiencia como estéticas. Si te preguntas cómo arreglar una chimenea que hace humo, existen reparaciones de chimenea que pueden resolver el problema sin tener que cambiar la estructura por completo.
Conducto en forma de colador inverso
Si quieres hacer una reforma de chimenea de obra para que no haga humo, lo más recomendable es que la boca del conducto esté en forma de colador inverso, ya que, de esta forma dirige el humo hacia el propio conducto. No obstante, no se usa solamente para evacuar el humo generado, sino que también ejerce la función de respiradero y una mala instalación.
Esto daría lugar no solamente a un cambio negativo en la temperatura, sino también un derroche de combustible innecesario. Uno de los materiales más demandados para este elemento es el acero inoxidable, como el acero vitrificado debido a su gran facilidad de limpieza. Pero el acero galvanizado también es una buena opción, sobre todo si contamos con un presupuesto más ajustado.
Reformando la salida del humo y protegiéndola del exterior
Si tu vieja chimenea genera humo, la reparación tiene que contemplar un extractor para chimenea de humo. Existen distintos tipos de extractores de humo para chimeneas, tanto mecánicos como eléctricos que te nos ayudarán a sacar el humo y evitar que se concentre en el interior de la vivienda, lo que puede resultar muy perjudicial para la salud, además de ensuciar el suelo y las paredes.
Pero además, podemos incluir rejillas. Las inferiores nos ayudarán a enfriar los materiales de la chimenea evitando grietas y otros problemas, mientras que las superiores, que se instalan en el tiro de la chimenea, se ocupan de repartir el calor por la zona alta de la estancia. Pudiendo conectarse al circuito para que el calor se distribuya de manera uniforme por toda la casa. Aunque no son obligatorias, su instalación es muy recomendable para mejorar el rendimiento de la chimenea.
Instalando una puerta de vidrio templado
La puerta es una solución ideal para evitar que salga el olor o el humo y hacer que sea más segura para niños y mascotas, pero seguir disfrutando del calor. Pero además, le estaremos dando un cambio estético al mismo tiempo que mejoramos la eficiencia energética. Este tipo de puertas suelen estar fabricadas con cristal vitrocerámico, un cristal especial para chimeneas que destaca por su elevada resistencia a las altas temperaturas, permitiendo ver las llamas a través de las mismas, por lo que no tendremos que renunciar a la sensación de bienestar que da el estar viendo las llamas.
Empleando materiales que soporten altas temperaturas
Para arreglar una chimenea que hace humo y conseguir mejores resultados, es indispensable que elijamos los mejores materiales para evitar su desgaste al estar expuestas a altas variaciones de temperatura. En este sentido, una de las mejores opciones son los ladrillos refractarios, que presentan una resistencia mucho más alta que los ladrillos comunes al no contar con huecos y tener un grado mínimo de porosidad. Precisamente por ello, es habitual encontrarlos en barbacoas u hornos.
Al llegar a los 600 grados, los ladrillos convencionales comienzan a deteriorarse mientras que los refractarios pueden soportar hasta los 1800 grados debido a su alto contenido de alúmina. Con lo cual, son la mejor opción para evitar reparar tu chimenea de obra en el futuro. Si algún elemento se estropea, puede ser reemplazado fácilmente. Además, podemos encontrarlos en una gran variedad de colores y tamaños, por lo que encajan perfectamente con cualquier estilo decorativo.
Ensanchando el espacio de la chimenea para quemar leña
Es fundamental que la chimenea se adapte a la estancia en la que va a colocarse. Escoger una chimenea más grande o más pequeña no es una mera cuestión de gustos. Por regla general, una chimenea debe tener entre 70 cm y 100 cm de ancho. Podemos hacer una estimación y medir los metros cuadrados de la estancia, reducirlos a centímetros y añadir un 15% a la medida. Con estas mediadas, podemos calcular que un espacio de 50 metros cuadrados, por ejemplo, requiere de una chimenea de unos 75 cm de ancho.
Cuando hayamos definido el tamaño de nuestra vivienda, también tenernos que medir las dimensiones de otros elementos como el conducto de la chimenea, por ejemplo. Si es demasiado estrecho, el humo no saldrá correctamente. Y, por el contrario, un conducto demasiado ancho puede aumentar el consumo de leña mientras perdemos calor, ya que saldrá rápidamente al exterior.
¿Tienes en mente una reforma?
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